domingo, 11 de diciembre de 2011

Comentario i: Hincha Olimpista


EI último domingo fuimos a la cancha, siempre cumpliendo nuestra vocación de simple hincha olimpista, y allí en los "tablones" estaba nuestro tema, en la persona de un señor a quien, por años siempre vimos seguir al mismo club, robusto, moreno, fanático, gritón, dicharachero, que conocía a cada jugador de la reserva y de la primera por sus nombres, virtudes y defectos, y desde su emplazamiento en las graderías, les gritaba elogios, insultos, chanzas y gritos de admiración. El domingo, se inició el campeonato y lo volvimos a ver, pero había cambiado. Lo vimos pálido, con esa palidez cenicienta de los enfermos cardíacos, empequeñecido, y además tan flaco, que su robusto cuello de toro de antes, se había vuelto delgado, casi frágil. Además, su facundia, su alegría, su vigor y su vivacidad habían desaparecido. Sentado en su asiento, contemplaba silencioso el partido, y sólo de vez en cuando su mirada apagada brillaba un poco, y una tenue sonrisa saludaba melancólicamente una buena jugada del equipo de sus amores. Se notaba, al primer vistazo, que en un breve lapso de tiempo, de apenas un año, había entrado en la vejez  y en la enfermedad, y lo que es peor, en ese estado de indiferencia, de alejamiento, de "no sentir ya" las cosas que son características de la declinación del hombre. Desde luego, por la manera en que jugó nuestro Olimpia, no había razón para el júbilo ni para la alegría, de modo que ese luminoso domingo de tarde salimos doblemente deprimidos, y en mayor grado, por haber sido testigos de cómo el apagamiento de una llama, y por la certeza de que alguna vez pasaremos también por eso, por el ineluctable, ineludible paso del tiempo, y de su amarga secuela de males, donde a pesar de todo lo que se diga siempre con falso optimismo, ya no hay  gerovital ni kh3 que valgan, porque lo penoso no es que un hombre "sea" viejo, sino se "sienta", se "muestre" como viejo, como una imagen viviente del crepúsculo cuyas luces y colores van entrando inapelablemente en la obscuridad de la noche. Al reflexionar sobre todo ello, recordamos esa expresión de los periodistas que llaman "fiesta de pueblo" al fútbol, pero al mirar también a aquel hincha declinante, esa fiesta ya nos parece no tanto.-
Mario Halley Mora - MHM

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