domingo, 11 de diciembre de 2011

Comentario i: La mejor defensa es decir la verdad


Estamos leyendo una novela, y nos compadecemos con la angustia de un personaje - un joven - a quien su padre le ha dado dinero para abonar una cuenta en el Banco. Con el dinero en la mano, el joven es objeto de la tentación. Le dan una "fija", es decir, un caballo que no puede perder. El joven le apuesta todo al caballo, pierde. Desesperado, acude a un amigo. No sólo ha perdido el dinero, sino teme; perder el cariño y la estima del padre, pregunta quién puede hacerle un préstamo, pero ello resultará imposible, por lo abultado de la suma. Entonces el amigo le da un consejo: "Mirá, hermano, la mejor defensa en estos casos es decir la verdad". Y como es nuestra costumbre, subrayamos con lápiz colorado el parlamento del amigo: la mejor defensa es decir la verdad. Nos parece un consejo útil, juicioso, razonable, para cualquiera, sobre todo, si la experiencia nos enseña que defenderse con una mentira de cualquier situación, es condenarse a producir, una cadena de mentiras, porque la mentira tiene esa extraña característica: no permanece definidamente en su forma inicial, hay que seguir alentándola, adornándola, enriqueciéndola, y de esta manera el que es mentiroso una sola vez, entra en la pendiente y seguirá siendo mentiroso, hasta que se le agote la imaginación ... o se descubra la verdad. Entonces ... ¿por qué no decir la verdad de entrada? Quizás acarree amarguras, castigo, reproches, sanciones, pérdida de la confianza y de la fe, pero también dejan la verdad y la sinceridad, una impresión de valor moral, de arrepentimiento que son capaces de recuperar con el tiempo la estimación perdida. Por eso, subrayamos aquella sencilla frase de que la mejor defensa es la verdad, porque la verdad no tiene substituto, ni en la mentira, que no es el substituto de la verdad, sino su disfraz, su ocultamiento. Seguimos adelante con la lectura de la novela, para ver cómo reaccionaba aquel padre burlado y robado por su hijo. Este le confesó la verdad. El padre montó en cólera, le trató de todo, hasta de ladrón, pero después de la tormenta, conversando sobre el tema con su esposa, le dijo a ésta:  "Después de todo, el chico es de buena pasta, podía decirme que se le extravió el dinero, o que le asaltaron, pero prefirió decirme la verdad". Desde ese mismo momento, en la novela, como también podría ocurrir en la vida real, se iniciaba la redención moral de muchacho.
Mario Halley Mora - MHM

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