domingo, 25 de septiembre de 2011

Comentario í: “Aburguesamiento" de la sensibilidad


Comentario í: “Aburguesamiento" de la sensibilidad
De los "primitivos", o mejor dicho, de las razas y los pueblos que nosotros consideramos tal, hay mucho que aprender, incluidas algunas experiencias prácticas de la vida, como la que algunos pueblos del Asia, aun del tiempo actual, consideran muy importantes, como por ejemplo, enseñar al hombre, ya desde niños, a ser resistente, valiente, impertérrito ante el dolor físico. Se cuenta en ese sentido, el episodio de aquel beduino de Arabia que decía a su hijo: "Si tu madre muere, llora y serás un hombre; pero si un camello te aplasta el pie y lloras, eres un cobarde". O sea, entre aquella gente "primitiva", es normal, permisible, expresar el dolor del alma, pero es de flojos llorar el dolor físico. Educados en esa escuela, los hombres de aquella raza se vuelven sensibles y duros al mismo tiempo. Sensibles para las cosas del espíritu, duros para consigo mismos. No se puede dejar de darles razón, aun hoy, en nuestro tiempo y en nuestra Sociedad, en la que a pesar de todos los adelantos, el confort y las garantías, el dolor físico nos acecha en cada esquina. Y por lo que se vé, muy pocos somos los que hemos sido entrenados para soportarlo. Hay hombres robustos, de pelo en pecho y físico de atletas, que se desmayan como doncellas en el sillón del dentista, otros que a la sola vista de la aguja de una inyección, tiemblan, palidecen, sudan y se desmoronan, y ni qué decir de cuando el asunto se trata de clavar en las venas y extraer sangre para un análisis. Realmente, en nuestra educación, no se ha incluido el estímulo de esa fuente de coraje, amor propio y verguenza que nos debe hacer resistentes ante el dolor. En ese sentido, un simple dolor de muelas nos vuelve irritables y caprichosos; una da encarnada nos vuelve insoportables y esto, porque con la "civilización" y la "cuItura" han desaparecido, los rudos valores de la hombría a la antigua, y son reemplazados por aburguesamiento" de la sensibilidad. Bueno sería, imitar el ejemplo de los primitivos y de los no tantos, y volver nosotros también, por los fueros de esta raza nuestra, que tan superior a sus dolores se ha mostrado a lo largo del tiempo, porque el dolor físico no es batido en retirada. Todavía acecha al hombre en cada vuelta de esquina, a veces como un subproducto de la civilización misma. Y, como se sabe, según dijo un medico amigo nuestro: “el mejor sedante sigue siendo la capacidad humana de soportar el dolor”
Mario Halley Mora - MHM

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