lunes, 17 de octubre de 2011

Cometario i: No quiero seguir la Universidad


Un amigo nuestro,  que tiene un grado universitario, tiene un problema en sus relaciones con su hijo mayor. El muchacho estudiaba la secundaria y su padre daba por sentado que cuando terminara el bachillerato, entraría a la Facultad a seguir la tradición y la carrera del padre. Efectivamente, el muchacho se recibió de bachiller, no entre los primeros pero tampoco entre los últimos, y el mismo día de la ceremonia de colación, ya en casa, el padre le dijo: "Bueno, ahora, sin perder tiempo tienes que prepararte para el ingreso a la Universidad". El muchacho le dió una sorprendente respuesta: "No quiero seguir la Universidad", y agregó que tenía pensado otra cosa, como estudiar aquí, en Buenos Aires o en el Brasil, una carrera técnica, sin rango universitario, como especialista en electrónica, manipulador de computadoras, refrigeración u otra profesión, para él más asequible a su inteligencia y de valor práctico más inmediato. El padre se enfureció y echó mano al viejo argumento, que no deja de ser cierto: "Mirá que hoy en día el que no tiene un título de doctor, ingeniero o por lo menos licenciado, es un don nadie y no tiene acceso a las oportunidades". A lo que el chico respondió que había leído en una revista argentina que en Buenos Aires había abogados que manejaban taxis e ingenieros que eran carniceros, y que según su experiencia, aquí mismo había abogados que trabajaban con un sueldo de dactilógrafos, médicos que no podían empezar a ejercer, y arquitectos que trabajaban de simples dibujantes. Discutieron mucho, acaloradamente, pero el muchacho se plantó, y su posición final irreductible, fue que él sabía lo que quería, él tenía que desafiar al porvenir, y que era responsabilidad suya analizar ese porvenir desafiante y buscar las armas para enfrentarlo. Se salió con la suya. El padre no oculta su amargura y su desilusión. El chico, con el auxilio económico de la madre (cuándo nó!) se apresta a viajar a una ciudad del Brasil donde existe un Instituto Politécnico donde puede elegir una entre carreras de tres años, y que hará de él un profesional técnico especializado, de la clase que según él, reclama la industria moderna, aquí y en todo el mundo. No sabemos en qué terminará el conflicto, aunque si se nos pide una opinión nos inclinamos a dada al muchacho, que supo distinguir mejor entre lo que es vocación práctica y tentación de figurar, y asumió la actitud que corresponde.-
Mario Halley Mora - MHM

No hay comentarios:

Publicar un comentario