sábado, 1 de octubre de 2011

Comentario i : El profesor de literatura

En nuestra edición del miércoles pasado, contamos en estas columnas la historia brevísima del poeta Baudelaire, que fuera llevado a la Justicia, y condenado, por su libro Las Flores del Mal, que hasta hoy sigue vigente, después de más de un siglo. Repetíamos allí la afirmación del abogado defensor del poeta que dijo más o menos que el arte brilla, porque allí hay talento, nó preocupación por la moral. Y esto vino al caso, porque, guardando infinitas distancias, cierto profesor de literatura sugirió a sus alumnas, en un trabajo práctico, que nos hiciera entre otras, la siguiente pregunta: "En su novela La Quema de Judas hay una prostituta; en Los Hombres de Celina otra. y en' su obra teatral la Madama, tres. ¿Significa que en su formación de autor incidió su permanente concurrencia a los prostíbulos?. Quedamos asombrados de que el susodicho profesor haya inducido a cinco inocentes chicas a formular semejante pregunta. Y no tanto asombrados, sino apenados de que haya en el país una cátedra a cargo de semejante burro. Además, empezamos rápidamente a revisar nuestras ideas al respecto, especialmente aquellas que ya publicamos sobre la pobre, formación cultural de los estudiantes secundarios, cosa que justificamos ahora, teniendo en cuenta la "calidad" de los profesores encargados de ilustrarlos. Como este que nos tocó, que enseña en base a la peregrina teoría de que Roa Bastos tuvo necesariamente que andar por los quebrachales del Alto Paraguay, o que J.M. Rivarola Matto tuvo que ser mensu en los yerbales, o que Correa tuvo que ser soldado en el Chaco para conocer tan profundamente la sicología de sus protagonistas; o que Ray Bradbury haya tenido que andar por Marte para escribir su poética ciencia ficción. De acuerdo a esta teoría, sería imposible que Verne, Salgari o Sabatini escribieran magistrales descripciones de tantos países del mundo sin salir jamás de sus gabinetes de trabajo, según el criterio de este profesor de literatura que anda tan descaminado en su cátedra, que ni siquiera conoce de la participación plena, total, de la imaginación, la observación, el ejemplo y el conocimiento en la creación literaria. De modo que en la columna correspondiente malhadada pregunta, pusimos para beneficio de las chicas “Dios les ampare de su profesor de literatura”
Mario Halley Mora - MHM

1 comentario:

  1. Realmente este profesor no cree en la libre imaginación ni la pone a disposición de sus alumnas pues no formulan ellas mismas sus preguntas que lo deberían hacer para tener la costumbre de realizar por ellas mismas sus trabajos, muy triste

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